En cuanta oportunidad puede, Mauricio Funes trata de persuadir a la audiencia que lo escucha acerca de las diferencias estructurales que presenta su visión de país y la de los altos dirigentes del FMLN. La última ocasión que lo escuché fue en el Foro Presidencial que organizó la Cámara Salvadoreña de la Construcción (Casalco), en la que ambos candidatos, Ávila y Funes, presentaron sus propuestas para reactivar el sector de la construcción. Me dicen que en su visita a la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) y a la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (CCIE), Mauricio siguió el mismo guión e intentó con su capacidad discursiva, persuadir al sector empresarial sobre su vocación democrática, argumentando su rechazo al socialismo, a la reelección presidencial, al intervencionismo a ultranza del Estado en el mercado, a una reforma fiscal que involucre aumento de impuestos, a la regulación de precios y de su afinidad a los Tratados de Libre Comercio, a la economía social de mercado y el respeto a la institucionalidad.
Es un problema para un candidato cuando parte del tiempo que se le otorga en los distintos eventos, se debe utilizar para decir lo que no es en lugar de ocuparlo para divulgar las propuestas que implementará en caso de ser electo por la voluntad del voto ciudadano. Ante preguntas del público en el evento de Casalco sobre la reelección indefinida y sobre el socialismo con el que sueñan dirigentes como el candidato a la vicepresidencia, Salvador Sánchez Cerén (léase el interesante artículo que publicó la semana pasada Federico Hernández Aguilar y el complemento del mismo que se está publicando en el periódico electrónico El Faro) o José Luis Merino, recientemente juramentado como diputado del Parlamento Centroamericano, el candidato efemelinista, no sólo reprochó al público por las preguntas que le hicieron, fuera de la realidad según él porque la Constitución de la República impide la reelección, sino que dejó la puerta abierta, en el caso de reelección indefinida, si así lo aprobara una Asamblea Constituyente que reformara la Carta Magna en dicho sentido.
El asombro del público no se hizo esperar con expresiones públicas de rechazo, que claramente encolerizaron al aspirante presidencial.
En mi experiencia como Secretario de Asuntos Legislativos y Jurídicos de la Presidencia de la República, debí reunirme con la fracción legislativa de Alianza Republicana cada semana, para discutir con los diputados los distintos proyectos de ley que el Presidente pretendía presentar al primer Órgano del Estado. También lo hice con diputados de otras fracciones, pero lo que me interesa destacar, es que aun los diputados de ARENA, con la disciplina partidaria que les caracteriza, cuestionaban algunos proyectos de ley o reformas que le interesaban al Ejecutivo para la implementación del plan de gobierno. Qué sucederá con Mauricio Funes y la recientemente electa fracción del FMLN, si en cada oportunidad que tiene, trata de desmarcarse de las aspiraciones históricas que muchos de los diputados de ese partido han venido impulsando legislatura tras legislatura. La regulación de precios, el rechazo a los Tratados de Libre Comercio, a reformas constitucionales relacionadas con la seguridad pública, y lo que es más importante, la visión económica que con claridad el FMLN siempre ha sostenido que debe ser intervencionista, son sólo algunos de los ejemplos con que tendría que lidiar Mauricio de llegar a ser electo Presidente, semana tras semana en la celebración de las plenarias en la Asamblea Legislativa.
Cuando se pretende gobernar un país, no basta "desmantelar mitos" como ha pretendido hacer el candidato del FMLN, argumentando que él es distinto a Sigfrido Reyes, Humberto Centeno, Salvador Arias, Norma Guevara, Merino, Sánchez Cerén, entre otros, y que no responde ni por los comentarios ni por las aspiraciones de dichos líderes del partido; ¿acaso Mauricio gobernará solo? Un "outsider" (alguien que estando fuera de un partido político y de la política, logra crear una organización nueva y hacerse del poder, como el caso de Chávez en Venezuela o Toledo en el Perú), no puede creer que logrará entrar a una estructura compleja como el FMLN y cambiarla simplemente con una estrategia de "marketing" en la que separa de todo aquello que sea "rojo", pues el Frente es producto de la unión de varias ramificaciones que durante la guerra pretendieron tomar el poder por las armas y que han venido de forma contundente ofreciendo desde la Asamblea Legislativa, cuando llegaron a este Órgano de Estado en 1994, un país diferente cuya visión se plasmó claramente en el programa de gobierno que Gerson Martínez (ahora coordinador del plan del candidato Funes) elaboró en la contienda presidencial de 2004.
Un país no se gobierna por una sola persona; es necesario todo un equipo, capaz, responsable, con identificación clara de ideales acerca del horizonte al que se quiere llevar a la nación. Si siendo candidato procuro separarme de aquellos que han construido con el esfuerzo de años un partido institucionalizado, arraigado en los militantes que creen en sus estatutos, qué no se pensará hacer cuando se alcance la banda presidencial. Aspiro a que El Salvador siga cambiando, que se disminuya la pobreza, que se "desmantelen" los privilegios y que haya una democracia más funcional en la que todos los partidos tengan igualdad de oportunidades. Pero ese deseo no vela lo que con claridad está haciendo la oposición política: utilizar a un profesional que durante veinte años entró a los hogares salvadoreños y hacer creer que los modelos que están siendo implantados en Suramérica ni por asomo serán aplicados a nuestro país.
*Abogado, con maestrías en Derecho Empresarial y Ciencia Política.
miércoles, 11 de febrero de 2009
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