lunes, 2 de marzo de 2009

¿"Coqueada" de Salgado o de Ávila?

La decisión del edil migueleño Wil Salgado de respaldar al candidato arenero Rodrigo Ávila a cambio de que en caso de ganar ejecute importantes obras específicas y detalladas, en beneficio de la población de San Miguel y en general del oriente del país, consignadas en un compromiso formal suscrito entre ambos líderes, ha causado curiosidad y expectación desde varios puntos de vista.
Para empezar, el compromiso va más allá de la forma tradicional de convencer al electorado con ofertas políticas habitualmente vagas, genéricas e imprecisas. Ahora se trata de algo muy parecido a lo que llaman los cipotes escueleros el "dando y dando". A la postre, es otra forma de hacer política "sin caer mal" y muy diferente a lo que estamos acostumbrados.
Contar con el apoyo de Salgado, quiérase o no, es un plus que podría acarrear abundantes votos en una magnitud desconocida, ya que se trata de un experimento que se da por primera vez en El Salvador, como pueden ser veinte mil votos, tampoco nadie puede negar que pudieran ser cincuenta, cien mil o más en favor de la causa arenera. El compromiso también constituye un "empujón" a los indecisos que no creen en políticos ni en partidos, ya que estarían votando para que se hagan las obras en beneficio de la población, lo que a su vez también abre una nueva brecha hasta ahora desconocida.
Aparentemente todo comenzó con el anuncio del alcalde Salgado de hacer consultas a los habitantes de San Miguel, con el propósito de fundamentar su decisión de apoyar o no a determinado partido político, usando una radioemisora. Este hecho causó ronchas en algunos observadores que lo catalogaron como teatro o circo, muy propio de las actividades proselitistas del alcalde; sin embargo, no cabe duda que algo se estaba cocinando entre bambalinas, quién sabe si el compromiso fue idea del mismo Ávila o de Salgado, y la tal consulta popular no fue más que el preámbulo de la noticia con que nos desayunamos la mañana del 17 de febrero.
¿Por qué cobra relevancia la decisión conjunta de Salgado y Ávila para el futuro próximo del país? Un rápido análisis del comportamiento del electorado salvadoreño nos permite establecer que el próximo Presidente de la República no lo va a elegir un sector poblacional minoritario, es el caso de las gremiales de abogados, médicos, agrónomos, amigos de uno y otro, etc., por cuanto son grupos microscópicos de poco peso, por así decirlo, a la hora del recuento del contenido de las urnas.
En realidad el nuevo mandatario será elegido por los ciudadanos que viajan en los buses y microbuses para transportarse a sus trabajos, por los clientes de los ranchones, por los visitantes del Zoológico, que llegan a ver a la elefanta Manyula; por los clientes de los puestos callejeros de ropa, por los que van a vitrinear a los centros comerciales, por los que en Semana Santa van al Majahual y playas de La Libertad y por los enfermos y sus familiares que consultan en las Unidades de Salud y se operan en los hospitales de caridad.
El apoyo y respaldo de Salgado al candidato arenero Ávila es clave, en gran parte por su calidad de líder nato; en efecto, a la gente en general le agrada su forma de expresarse, su vocabulario, su humor a flor de labio, sus dichos del barrio y el folclor que exuda por sus poros. Pero las cosas no paran ahí, también es un hábil negociante y un político práctico que nunca le busca tres pies al gato, que mantiene una estrecha comunicación con los sectores populares antes mencionados, y como él mismo lo afirma, "mantiene el canal abierto con la gente del pueblo". Estas características lo convierten casi automáticamente en su portavoz.

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