martes, 3 de marzo de 2009

"Con el FMLN se produciría una crisis de confianza"

» El empresario Ricardo Sagrera ve una encrucijada: un modelo que genera confianza o un "cambio al abismo"

Desde su experiencia como presidente del Grupo Hilasal, una de las empresas salvadoreñas más exitosas en la exportación de productos en las últimas cuatro décadas, y además una de las más emblemáticas, Ricardo Sagrera sabe cómo los gobiernos de turno pueden influir en el clima de negocios, la generación de empleos y el bienestar de los trabajadores. Con esa propiedad y echando mano de la historia mundial, el empresario vislumbra un panorama sombrío si las elecciones las gana el FMLN. Cree que las ideas ortodoxas del partido de izquierda --a juzgar por los nexos de sus dirigentes con gobernantes como el venezolano Hugo Chávez y los hermanos Castro de Cuba-- provocarán tal incertidumbre que acabarán por ahuyentar las inversiones del país, con la consecuente pérdida de empleos. Para sustentar sus vaticinios ilustra el panorama con los casos de Corea del Norte o Cuba, países con altos grados de miseria que optaron hace años por sistemas totalitarios y que suprimen las libertades individuales.

El empresario alerta, además, a las capas medias del "engaño" del cambio que pregona el FMLN y cómo ante la crisis financiera mundial, ARENA es quien persigue el modelo económico, el de las libertades, el que puede hacer frente ante el descalabro financiero que aqueja a todo el globo. No ve, tampoco, cómo el modelo totalitario que admira el FMLN pueda generar más empleos y generar más riqueza.
Advierte que la clase media es hoy lo que es gracias al modelo económico actual y avisa de que esa capa sería la más afectada si se adoptan las políticas que busca el FMLN.
¿Que se juega el país en la elección del 15 de marzo?
Los salvadoreños tendremos que decidir por dos caminos que llevan a direcciones completamente opuestas: si tomamos el camino del FMLN estaremos escogiendo un destino donde el gobierno, en nombre del pueblo, tomará todas las decisiones por nosotros. Al principio llegarán al poder a través de las elecciones libres, pero todos sabemos que su proyecto es quedarse ahí para siempre, también en nombre del pueblo.
Si tomamos el camino de ARENA estaríamos escogiendo a un gobierno que permitirá que los salvadoreños decidan si se quedan o se van, si tiene mayor o menor poder de decisión. En este caso continuaríamos viviendo la libertad que todos aspiramos, que es la de decidir nosotros la vida de nuestra familia y no que sea el gobierno el que decida.
¿Qué cree que pasaría, en el caso hipotético que gane el FMLN, con los temas de empleo e inversión?
Si uno tuviera que resumir qué es lo que hace que un sistema económico funcione lo podría hacer con una sola palabra: confianza.
La confianza es lo que permite que alguien guarde sus ahorros en un banco, y que otro aproveche esta oportunidad para invertir a través de un crédito en un proyecto productivo. Ambos lo hacen porque tienen confianza en el país.
Si el FMLN llega al poder se produciría una crisis de confianza. ¿Quién mantendría sus ahorros en el país? ¿Quién invertiría en empresas que pueden ser expropiadas o intervenidas?
El mismo caso aplica para la inversión extranjera, en vista de que vivimos en un mundo globalizado e interconectado, donde las inversiones y empleos se mueven de un país a otro sin mayor dificultad.
En tal sentido, existe una enorme competencia de países que buscan atraer inversiones para generar empleos y El Salvador es simplemente una opción más.
Por lo tanto, es lógico concluir que tanto la inversión como los empleos se trasladarían paulatinamente a países que ofrezcan confianza y reglas claras de juego.
En conclusión, habría mayor desempleo, mayor migración de salvadoreños al exterior y, lógicamente, mayor pobreza.
¿Qué partido considera usted que está más capacitado para hacerle frente a la crisis mundial?
Creo importante destacar que atravesamos la peor crisis económica desde la gran depresión de los años 30 y todos los países se están viendo severamente afectados, incluyendo países desarrollados como Estados Unidos, donde actualmente se pierden más de 600 mil empleos al mes.
El Salvador, como es lógico, no es la excepción y no está inmune a esta crisis.
Valga la aclaración, porque es muy importante reconocer este entorno ya que es natural ventilar nuestra frustración con el gobierno de turno y perder de vista que este es un problema mundial sobre el cual el país no tiene control.
Al final del día, la pregunta fundamental es ¿Qué modelo económico será más efectivo para solventar los problemas del país y los problemas de la familia salvadoreña?
A mi criterio, el sistema de libertades personales es el más efectivo para afrontar cualquier crisis y si algunos no compartimos ese criterio veamos por un momento la historia:
Países como Corea del Norte, con un régimen totalitario, vive en pobreza desde hace más de 60 años, y cientos de sus ciudadanos mueren de hambre todos los años, mientras que el dictador Kim Jong Il gasta millones de dólares en su programa de armas nucleares.
¿Por qué en Cuba, que acaba de cumplir 50 años bajo la dictadura de los hermanos Castro, gran cantidad de hijas adolescentes con educación se prostituyen para alimentar a sus familias?
¿Cuándo hemos visto colas de inmigrantes tratando de ingresar a vivir en Cuba? Yo no me acuerdo de tan sólo una. Por el contrario, miles y miles de cubanos arriesgan sus vidas en frágiles embarcaciones para llegar a la libertad que ofrece Estados Unidos.
En Venezuela, el presidente Chávez utiliza profesores cubanos para indoctrinar a la juventud venezolana. Me pregunto: ¿Cuántas madres salvadoreñas estarían anuentes a que el Estado dicte la educación de sus hijos?
¿Por qué vemos que muchos obreros nicaragüenses dejan a sus familias para venir a trabajar a El Salvador por la falta de oportunidades de empleo de Nicaragua?
La historia es irrefutable y en todos los países desarrollados, como Estados Unidos, los de Europa, y todos los subdesarrollados que han logrado salirse de la pobreza, como Chile, han tenido un denominador común: la confianza que genera un sistema de libertades personales.

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